Cuando las emociones se sientan en la mesa:
Hollywood emplea con frecuencia el concepto del «comer emocional» en sus escenas para transmitir las emociones de los personajes. Al observar con detenimiento cualquier película o serie, es posible identificar diversas escenas en las que esto sucede de manera clara y evidente. Si pensamos en una situación de desamor, por ejemplo, la imagen que probablemente se nos viene a la mente es la de una persona comiendo helado como una forma de lidiar con sus sentimientos.
Sin embargo,
¿Qué es efectivamente el comer emocional?, ¿Cómo nos afecta en nuestra vida cotidiana? y ¿Cómo podemos lidiar con este patrón alimenticio?
Quédate leyendo este artículo que intentare darte respuesta a estas preguntas y te brindare estrategias para que puedas identificar y afrontar el comer emocional.
Muchas personas recurren a la comida para aliviar el estrés, la ansiedad o las emociones difíciles. Esta forma de comer se la conoce como «comer emocional» y puede ser perjudicial para nuestra salud física y emocional a largo plazo.
¿Te encontraste abriendo la heladera buscando algo para comer y no sabes qué? ¿Comes cuando estás triste o ansioso? ¿Identificas que comes sin hambre cuando estás estresado? ¿Te sentís culpable después de comer en exceso? ¿Te gustaría conocer estrategias para identificar y manejar tus emociones sin usar la comida como escape?
¿Sabías que el 90% de las personas que comienzan un proceso para bajar de peso luego de un tiempo vuelven a recuperarlo? Esto se debe a que el objetivo está puesto en la balanza y no en el reconocimiento de nuestras emociones y hábitos. Nuestra relación con la comida es compleja y está determinada por diversos factores, sociales, culturales y familiares.
¿Cómo afecta el comer emocional a nuestro cuerpo y mente?
Las personas que comen emocionalmente pueden comer en exceso, lo que puede llevar a una ganancia de peso significativa e incluso a la obesidad. También puede generar enfermedades crónicas graves, como la diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Sumado a ello, las elecciones alimentarias que se hacen durante los episodios de comer emocional suelen ser poco saludables, lo que puede afectar negativamente nuestro bienestar físico a largo plazo.
Pero los efectos del comer emocional no se limitan solo a nuestro cuerpo. El estrés y la ansiedad que suelen desencadenar estos episodios pueden tener un impacto profundo en nuestra salud psíquica. Las personas que comen emocionalmente a menudo se sienten deprimidas, ansiosas o avergonzadas por sus patrones de alimentación poco saludables, lo que puede perpetuar un ciclo negativo del comer emocional y afectar nuestra autoestima y confianza en nosotros mismos.
Por eso es esencial que tomemos medidas para abordar este problema y aprender a manejar nuestras emociones sin recurrir a la comida. No solo mejorará nuestra salud física y mental a largo plazo, sino que también nos permitirá experimentar una mayor satisfacción y equilibrio emocional en nuestras vidas.
Es importante aprender a reconocer nuestras emociones y encontrar formas saludables de lidiar con ellas.
Otro punto clave es saber identificar y diferenciar el hambre emocional del hambre fisiológica:
El hambre fisiológica es el mecanismo biológico que controla nuestra necesidad de consumir alimentos. Se trata de un estado de equilibrio entre el hambre y la saciedad, el cual está regulado por el sistema nervioso central ante la llegada física del alimento al estómago. Este mecanismo es esencial para la supervivencia, ya que nos permite nutrirnos instintivamente. El hambre fisiológica se ve influenciada por varios factores biológicos, como el ciclo del sueño, el peso corporal, el nivel de estrés, y el ciclo menstrual. Es importante ser capaces de reconocer cuándo estamos experimentando hambre fisiológica, ya que esta se caracteriza por ser gradual, aparecer después de algunas horas sin comer y no estar asociada a sentimientos negativos.
El hambre emocional es un fenómeno complejo que se refiere a la necesidad de consumir alimentos como respuesta a emociones, en lugar de una necesidad fisiológica real. A menudo, esta forma de hambre se relaciona con la lucha para manejar situaciones difíciles o estresantes de manera inadecuada. El deseo de comer puede aparecer de manera repentina como una forma de distraerse o aliviar la tensión emocional, pero esta estrategia temporal puede tener consecuencias negativas a largo plazo.
A menudo, esta forma de hambre se relaciona con alimentos ricos en calorías, azúcares y grasas, que pueden proporcionar una sensación temporal de placer o consuelo. Sin embargo aprender a manejar las emociones de manera saludable puede ayudar a romper el ciclo de comer en respuesta a las emociones y mejorar la relación con la comida y la salud en general.
Te dejo 10 consejos que podrían ayudarte a manejar de manera efectiva el hambre emocional:
- Identifica tus emociones: antes de acudir a la comida para encontrar consuelo, tómate un momento para identificar lo que estás sintiendo. A menudo, el hambre emocional se desencadena por emociones negativas como el estrés, la ansiedad o el aburrimiento.
- Encuentra otras formas de aliviar el estrés: en lugar de buscar comida, busca otras formas de aliviar el estrés, como hacer ejercicio, meditar, tomar un baño caliente o salir a caminar al aire libre.
- Planifica comidas saludables y nutritivas: prepara comidas saludables y nutritivas con anticipación, para evitar tener que tomar decisiones alimentarias impulsivas y poco saludables cuando estás emocionalmente vulnerable.
- Come conscientemente: cuando decidas comer, hazlo conscientemente, prestando atención a tus sensaciones físicas de hambre y saciedad, y disfrutando de cada bocado.
- Bebe agua: beber agua puede ayudar a disminuir el apetito y a mantenerte hidratado, lo que puede reducir la necesidad de comer emocionalmente.
- Busca apoyo: habla con amigos, familiares o un terapeuta sobre tus emociones y patrones de alimentación. El apoyo social puede ayudarte a manejar mejor el estrés y a encontrar alternativas saludables a la comida.
- Distráete: cuando sientas la tentación de comer emocionalmente, distráete con otras actividades, como leer un libro, escuchar música o hablar con alguien.
- Haz un registro diario de alimentación y emociones: llevar un diario de alimentación puede ayudarte a identificar patrones en tus hábitos alimentarios y emocionales, lo que puede ayudarte a tomar decisiones más saludables en el futuro.
- Aprende técnicas de relajación: las técnicas de relajación, como la respiración profunda, la relajación muscular progresiva o el yoga, pueden ayudarte a manejar el estrés y a reducir la necesidad de comer emocionalmente.
- Sé amable contigo mismo: recuerda que comer emocionalmente es una respuesta normal y comprensible a las emociones negativas. En lugar de juzgarte a ti mismo, sé amable y compasivo contigo mismo, y busca maneras saludables de cuidarte a ti mismo y de manejar tus emociones.
Si te identificas como un comedor emocional, busca ayuda de un profesional de la salud mental para aprender estrategias de afrontamiento efectivas. PORQUE SI SE PUEDE CAMBIAR NUESTRA FORMA DE RELACIONARNOS CON LA COMIDA.
SIEMPRE ES POSIBLE CAMBIAR NUESTRA FORMA DE RELACIONARNOS CON LA COMIDA.